Cuando empecé mi "birria" por las pesas, todos mis amigos de la cuadra estaban en lo mismo que yo, e improvisadamente, armamos un gimnasio en un plafón del patio de mi casa. Y todos los días en la mañana estábamos allí para entrenar y hacer nuestra respectiva rutina de ejercicios, así duramos varios días, y los días se hicieron meses, pero... no se hicieron años, ¿saben por qué? Porque no fuimos constantes. Y vi a muchos partir, cuando ya no tenían ganas de continuar sin ninguna razón. De la misma manera, lo veo en el evangelio. Muchos empiezan la carrera, pocos se quedan esperando llegar al final para obtener el gran premio (Mateo 22: 14). He querido ilustrar el devocional de hoy con esta historia porque la comparación es muy parecida con la carrera del evangelio. Mira lo que las Escrituras dicen al respecto: "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano ( 1 Cori
"Predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15).