Una característica de estos tiempos es la inmediatez. Y ha llegado a tal punto, que ya nos acostumbramos a ella y hace parte de nuestra cotidianidad, ¿no es así? Hoy abres tu cuenta de Facebook y ya todas las noticias están ahí, igual si chequeas tu cuenta de tuíter. El café es instantáneo y en el drive thru todo es más rápido, pedir la hamburguesa, el helado, en fin... La inmediatez ha permeado aún en el aspecto espiritual y en las iglesias se están viendo creyentes de "berrinches" que desean que Jehová Dios sea como un cajero automático, es decir que en cuanto pida algo, debo obtenerlo sin mucho esperar, pero las cosas en lo sobrenatural no funcionan de esa manera. Así es que deseamos que Dios responda: de inmediato. Hay creyentes que se habituaron a orar solo para pedir y pedir, olvidando que una razón primordial por la cual Dios creó la oración es para que pudiéramos establecer una comunión constante con Él. Y no me malinterpreten, no hay nada malo en pedir, pero ¿cómo
"Predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15).