¿Cuán fácil es dejarnos llevar por nuestras emociones y darle rienda suelta a nuestra lengua para ofender y decir cosas que solo sirven para herir a los demás? La lengua es un órgano pequeño, pero con un gran poder de destrucción. Una mala lengua puede iniciar una guerra, crear poderosas contiendas entre personas o sembrar cizaña para destruir relaciones entre hermanos. No obstante, debemos recordar que,"el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho" (Mateo 12:36 NTV). Mira lo que la Palabra dice acerca de la lengua:
"Y lo mismo pasa con nuestra lengua. Es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas. ¡Es una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque!" (Santiago 3:5 TLA). Ahora bien, si la Palabra me advierte estas cosas acerca de la lengua, lo que debemos entender es que debemos cuidar lo que salga de nuestros. Bien nos enseñó el Señor Jesús cuando dijo "lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre" (Mateo 15:11 LBLA), porque lo que contamina a los demás es producido por este órgano tan pequeño. Más bien, antes de hablar, lo mejor que podemos hacer es refrenar nuestra lengua, guardar nuestro corazón y el de las demás personas, porque una vez más lancemos cualquier palabra, el daño estará hecho irremediablemente y por mucho que pidamos perdón, lo dicho, dicho está. Así como sabemos que hay poder para destruir y maldecir con nuestra lengua, también sabemos que hay poder para edificar y bendecir, solo hay debemos ser sabios y cautos para elegir la mejor opción bajo cualquier circunstancia.
Finalmente, dos puntos claves para recordar hoy: primero, daremos cuenta por cada palabra. Sé más cauteloso y piensa siempre que todo lo que digas será materia de juicio en tu contra. Segundo, el poder destructivo que hay en tu lengua puede ser menguado tomando decisiones sabias y en vez de destruir con ella, más bien edifica; en vez de maldecir, bendice, lo cual me lleva a resumirlo todo con este verso bíblico: "no te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal" (Romanos 12:21 DHH). Espero que esta reflexión sea de mucha bendición para ti, no olvides compartir y bendecir a otros a través de la Palabra de Dios. Bendiciones y paz para ti y los tuyos siempre.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla
"Y lo mismo pasa con nuestra lengua. Es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas. ¡Es una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque!" (Santiago 3:5 TLA). Ahora bien, si la Palabra me advierte estas cosas acerca de la lengua, lo que debemos entender es que debemos cuidar lo que salga de nuestros. Bien nos enseñó el Señor Jesús cuando dijo "lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre" (Mateo 15:11 LBLA), porque lo que contamina a los demás es producido por este órgano tan pequeño. Más bien, antes de hablar, lo mejor que podemos hacer es refrenar nuestra lengua, guardar nuestro corazón y el de las demás personas, porque una vez más lancemos cualquier palabra, el daño estará hecho irremediablemente y por mucho que pidamos perdón, lo dicho, dicho está. Así como sabemos que hay poder para destruir y maldecir con nuestra lengua, también sabemos que hay poder para edificar y bendecir, solo hay debemos ser sabios y cautos para elegir la mejor opción bajo cualquier circunstancia.
Finalmente, dos puntos claves para recordar hoy: primero, daremos cuenta por cada palabra. Sé más cauteloso y piensa siempre que todo lo que digas será materia de juicio en tu contra. Segundo, el poder destructivo que hay en tu lengua puede ser menguado tomando decisiones sabias y en vez de destruir con ella, más bien edifica; en vez de maldecir, bendice, lo cual me lleva a resumirlo todo con este verso bíblico: "no te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal" (Romanos 12:21 DHH). Espero que esta reflexión sea de mucha bendición para ti, no olvides compartir y bendecir a otros a través de la Palabra de Dios. Bendiciones y paz para ti y los tuyos siempre.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla
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