En el mundo, mucha gente recurre a los adagios populares para expresar grandes verdades, uno de los que me llama profundamente la atención es este: desde que se inventaron las excusas todo el mundo queda bien. El diccionario de la Real Academia de la lengua define la excusa como "pretexto que se invoca para eludir una obligación". Ahora bien, quizá te debas preguntar a qué hago referencia, ¿no es así? Al llamado, a eso hago referencia. ¿Cuántas excusas has utilizado para evadir tu llamado? ¿Cuánto tiempo más crees que puedes posponerlo?
En el libro de Lucas, el Señor Jesús le hace un llamado muy importante a alguien, pero esa persona pensaría que no estaba listo para atenderlo, mira lo que dice la Palabra: "Jesús le dijo a otro: —Sígueme. Pero él respondió: —Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre" (Lucas 9:59 DHH). Cuando creemos no estar listos para aceptar el llamado de parte de Dios, lo primero que hacemos es excusarnos para evadirlo. No sabemos cuál fue el final de este hombre, pues la Palabra no lo registra, pero tu historia sí puede tener un final feliz porque a tu libro aún le quedan páginas por escribir una historia distinta. ¿Qué excusa vas a dar para eludir tu llamado? ¿A quién vas a enterrar hoy? ¿Cuánto tiempo más tendrá que esperarte el Señor? Por experiencia propia puedo decirte y con toda la autoridad que, el temor al llamado viene por la inseguridad, el desconocimiento y por la incertidumbre, pero aquel que te llamó te hará sentir seguro de que no se equivocó al llamarte. No hay excusa válida para decirle no al llamado del Señor Jesús, así como tampoco hay circunstancia que lo detenga, lo único que realmente puede retrasar tu llamado eres tú mismo.
Es completamente normal sentirse atemorizado al momento del llamado, pues yo también tuve esa misma reacción durante algún tiempo. Pero el Señor insistía e insistía en mi llamado hasta cuando supe que no tenía sentido huir de algo que no tenía escapatoria y decidí asumir el llamado valientemente. Al principio no sabía qué iba a decir, tampoco tenía idea de cómo predicar o enseñar o compartir el evangelio con otras personas. Pero en el caminar con mi Señor, todas estas desaparecieron luego de un tiempo. Puedo asegurarte que tu caso no es diferente al mío ni al de alguien más. No más excusas, es tiempo de hacer efectivo ese llamado. Espero que esta Palabra haya llegado en el momento adecuado. No olvides ser de bendición para otros, comparte este mensaje.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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