La prueba es, quizá, la manera más dura que Dios utiliza para determinar de qué estamos hechos, dicho en otras palabras si somos débiles o fuertes, espiritualmente hablando. En medio de ellas y a través de ellas muchas cosas son las que quedan en evidencia. Probablemente nos gusta ir al culto, orar y servirle al Señor, pero la verdad es que todos desearíamos tener un evangelio fácil. No queremos pasar por las pruebas, queremos que todo sea color de rosa. Sin embrago, la prueba es necesaria, pues es la forma en la que Dios podrá moldear nuestro carácter. Además, en medio de la prueba Dios tratará algo contigo y te preparará para ser promovido a otro estado espiritual de mayor exigencia.
Una de las pruebas que más me llama la atención fue aquella por la que tuvo que atravesar Daniel en el foso de los leones. ¿Cuántos de nosotros no hubiéramos "tirado la toalla" al ser arrojados a ese foso? ¿Cuántos no hubiéramos perdido la esperanza de golpe? ¿Cuántos no hubiéramos blasfemado en contra de Dios? Veamos qué hizo Daniel y cómo venció esta prueba:
"El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante Él fui hallado inocente; y aún delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos" (Daniel 6: 19-24 - RVR1960).
Durante el reinado del rey Darío hubo en edicto real que decía que "cualquiera que en el espacio de treinta demandara petición de cualquier dios u hombre fuera del rey Darío, sería echado al foso de los leones". Este edicto fue idea de los gobernadores y de los sátrapas que el rey Darío había puesto para gobernar por él, pues querían hallar cualquier falla en Daniel. Todo era porque ellos sabían que Daniel era fiel con su Dios, era una persona recta; y esa fue la única artimaña en la que pudieron pensar, de ahí el edicto.
La Palabra nos cuenta que Daniel incumplió el edicto real y no se sometió a él, sino que buscó de la presencia de Dios en todo momento, y como era su costumbre, Daniel oraba tres veces al día. Por esta razón, los gobernadores y sátrapas fueron al rey para comentarle que Daniel había desacatado la orden del edicto y, por ende, debía ser echado al foso de los leones. El foso de los leones es tipología de la prueba por la que tú y yo debemos pasar para que Dios perfeccione la obra que está haciendo en nosotros. Es así como el Señor nos prepara para llevarnos a un nivel espiritual aún mejor. Pero lo que debemos aprender de esta historia y de Daniel es que en medio de la prueba no podemos dejar de creerle a Dios, nunca debemos dejar de confiar en Él.
Probablemente quienes están a tu alrededor dudan del Dios en el quien has creído, y así como el rey Darío, también preguntan si pudiste salir como todo un vencedor de la prueba. Una característica de estas personas es su incredulidad, pues no creen que Jehová te saque victorioso del foso de los leones. Quizá el rey Darío nunca pensó que Daniel saldría vivo y sin rasguño alguno de ese lugar. Asimismo, aquellos que desean verte mal espiritualmente, los que no desean que avances siempre dudarán de la obra que Dios hará contigo.
Pero la Palabra nos enseña que Daniel salió sin lesión del foso porque había confiado en su Dios, ¿en quién depositas tu confianza en los momentos de prueba? Así como Daniel, ¿Confías plenamente en que Dios te sacará de esa prueba? No olvides que, en medio de la prueba tus enemigos querrán verte destruido, ¿no es así? Tranquilo, no permitas que tu alma se turbe por tal cosa, pues el Señor también se encargará de ellos así como lo hizo con los gobernadores y sátrapas que acusaron injustamente a Daniel. La suerte que ellos quisieron para Daniel fue la suerte que ellos mismos corrieron al final, así como Mardoqueo en el libro de Esther. Este pasaje nos enseña que aún de tus enemigos Dios te librará, porque Su deseo es que seas un vencedor y no un vencido. En tu ADN corre la sangre de un vencedor, no lo olvides.
Finalmente, una gran lección podemos aprender de Daniel para hoy: él salió ileso de la prueba porque nunca dejó de creerle al Señor, siempre confió en Él. Amado lector, hoy quiero decirte que en medio de esa prueba por la que estás atravesando, Dios que confíes y le permitas hacer lo que Él sabe hacer. No hay foso, ni león, ni prueba alguna que te haga pensar que Jehová Dios te ha abandonado en medio de ella. Recuerda, Dios está utilizando todo a tu favor para perfeccionarte y prepararte para algo mejor. Algo grande viene después de esta prueba. El Señor quiere que te esfuerces y seas valiente porque siempre estará contigo.
No olvides ser de bendición para otros, comparte este mensaje. Dios te bendiga sobrenaturalmente hoy y siempre.
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