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Mostrando las entradas de enero, 2019

En todo tiempo

¿Sabes cuál de las armas espirituales que tenemos es la más atacada de todas? LA ORACIÓN. Alguna vez escuché a alguien decir,  cristiano que ora, el diablo lo devora  y al analizar esta expresión me doy cuenta que un creyente que no ora no puede ejercer su autoridad en el mundo sobrenatural, así como tampoco podrá mantener una estrecha relación con el Padre, ¿cómo puede llegar a conocer la voluntad del mismo si no hay tiempos de intimidad? En el creyente debe existir siempre la necesidad de orar y no desmayar, ya que orar fervientemente es lo que marca la diferencia en lo espiritual. ¿Sabes qué dice la Biblia respecto a esto?  “No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo” (Efesios 6:18 DHH) . El adversario conoce tanto el poder de la oración que cuando va a atacar a un creyente, lo primero que ataca es su tiempo de oración, de intimidad con Dios. Es por eso, que el Señor n

No se trata de empezar

Cuando un atleta está en posición de arranque en el punto de partida para iniciar una carrera, por su mente solo pasa un pensamiento: terminar lo que va a empezar. Asimismo, se enfoca en lograr otro objetivo más: ganar. Y es que los pensamientos derrotistas no tienen cabida en su mente, porque son un distractor que le impedirán alcanzar el objetivo que se ha trazado. De igual manera, pasa en el evangelio, podríamos decir que es como una carrera, el Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses lo describe así,  “avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús” (Filipenses 3:14 NTV) . El Apóstol Pablo se ve así mismo como un atleta que tiene su menta en un solo objetivo,  llegar al final de la carrera , infortunadamente en el evangelio, muchos creyentes no tienen los ojos puestos en la meta,  el premio celestial al cual Dios nos llama . Toda carrera implica un premio y el evangelio no puede ser la excepción. El

Porque al que tiene, le será dado

“Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 25:29) . Estamos viviendo en tiempos donde Dios está llamando a Su pueblo para hacer Su labor en la tierra y, como buenas ovejas, debemos escuchar Su llamado y actuar consecuentemente a él. Pero nos hacemos los oídos sordos muchas veces y somos víctimas de la comodidad espiritual y creemos que yendo solamente a la iglesia, estamos haciendo la obra. Dios quiere bendecirte en gran manera y desea que tu vida tenga un propósito especial en esta tierra. Es por ello, que con cada llamado viene una misión o una tarea especial. En el Reino de Dios establecido en la tierra hay pastores, maestros, adoradores, intercesores, servidores (ujieres), apóstoles, etc y cada uno, pese a su llamado en el Señor, cumple con una tarea especial, una tarea que sólo le fue encomendada a él. Hemos sido llamados herederos y coherederos del Reino de Los Cielos, pero la herencia que vas a recibir en

En Su presencia

Cuando Dios creó al hombre lo hizo con el firme propósito de que este pudiera estar siempre en Su presencia. Dios le dio acceso sin restricción a Adán para que fuera Su amigo, para que pudiera hablar con Él en cualquier momento y sin intermediarios. Pero quizá lo mejor de todo esto es que en Su presencia Adán tendría todo lo que necesitaba, tal cual lo afirman Las Escrituras:  “entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15 LBLA) . Estando en la presencia del Señor no hay nada más que podamos necesitar, pero ¿qué sucede cuando salimos de esa presencia? Lo primero que debemos entender es que vendrán consecuencias nefastas para el creyente. La caída del hombre se da por la transgresión o el pecado del mismo, aunque la mujer haya sido quien pecó primero. No obstante, cuando esto sucede,  “el Señor Dios llamó al hombre” (Génesis 3:9 LBLA)  para pedirle cuentas. Es así como la desobediencia trajo consigo maldición,

Mucho fruto

El orden natural de un árbol que produce fruto es que, primero una semilla debe ser sembrada para luego convertirse en ese árbol y después producir fruto, ya que esa es su naturaleza. No es posible que un árbol cuya naturaleza es dar fruto no los dé, así como tampoco es posible que una semilla de mango produzca manzanas o uvas, es totalmente imposible, ¿no es así? Vayamos ahora al plano espiritual y en la vida del creyente y mira lo que nos enseña la Palabra de Dios en este día:  “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1-2 RVR1960) . El Señor Jesús nos ve como pámpanos que están en él, siendo Él la vid y el Padre el labrador. Y hay dos cosas que me llaman poderosamente la atención de este texto y son los pámpanos que no llevan fruto y aquellos que sí. Empecemos primeramente por meditar en el pámpano que no lleva fruto. Para ello, veamos el sig

Muriendo a mí mismo

Una de las batallas más grandes que debe librar el creyente día a día es con él mismo, y el terreno de batalla es su propia mente, ya que hay dos naturalezas (el viejo hombre y la nueva criatura) luchando entre sí constantemente, buscando la manera de prevalecer la una sobre la otra. Debido al pecado heredado y a la naturaleza pecaminosa con la cual nacemos, nuestro viejo hombre siempre intentará ganar la batalla a como fuere posible. No obstante, Jehová Dios, por medio de las Escrituras, nos enseñará cómo vencer esa vieja naturaleza y prevalecer sobre ella. A través del Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses, el Señor nos da ese secreto:  “para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21 RVA-2015) . Impactante, ¿no es así?. Hay dos grandes aspectos a tener en cuenta en este versículo que hoy nos regala el Señor. El primero es  VIVIR PARA CRISTO.  ¿Qué quiere decir esto? Vivir para Cristo es vivir de cuerdo a los estatutos que Dios desea para nosotros y, en l

Distracciones

Las distracciones tienen como objetivo desviar nuestra atención y en este tiempo, nuestro adversario buscará todas las posibles para evitar que cumplamos con nuestro objetivo y retrasar nuestro llamado en el Señor. Una característica de una persona distraída es que pone toda su atención en algo más, lo cual con el pasar del tiempo le hará perder el foco o su norte. Cuando el pueblo de Israel iba a la guerra, no todos podían ir, solo aquellos que sabían hacia dónde iban y a qué tenían qué hacer eran los tenidos en cuenta, entonces ¿quiénes no eran tenidos en cuenta? Veamos lo que la Palabra nos enseña: “Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene. ¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute. ¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y

No tengas temor de ellos

El pueblo de Israel en varias ocasiones se atemorizó frente a sus enemigos más acérrimos. Y a decir verdad, ¿qué haríamos nosotros en su lugar si viéramos venir un gran ejército? Tal vez lo mismo, ¿no es sí?. No obstante, esa reacción era producto de olvidar quién era su Dios y de lo que es capaz de hacer. Cuando el pueblo de Israel iba a prepararse para conquistar y entrar en la tierra prometida, el Señor les entrega una promesa súper hermosa, mira lo que les dijo:  “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y veas caballos y carros, un pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos, porque contigo está el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto” (Deuteronomio 20:1 RVA-2015) . De las primeras cosas que el pueblo de Israel debía aprender antes de ir a la guerra era no atemorizarse, sino acordarse que Dios estaba con ellos. Pero el temor es producto de la desconfianza, la falta de fe y de olvidar las proezas que el Señor ha hecho. Uno de los profetas más tremendo

El secreto del éxito

Muchos se preguntan en qué radica o consiste el éxito de algunas personas. E intentamos buscar la respuesta, tal vez, en los lugares menos indicados, leemos libros de crecimiento personal, vamos a las conferencias de coaches o, simplemente, escuchamos el testimonio de otras personas, pero muy en el fondo sentimos que estas recetas no son las corrrectas. Esta reflexión venía dando vueltas en mi cabeza por días hasta que el Señor me regaló la Palabra y, al leerla, supe que era confirmación de lo que Dios desea para ti en este nuevo año. Quizá ya has pasado por este verso en otras ocasiones, pero la revelación no había venido. Mira lo que la Palabra nos enseña: "Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas" (Josué 1: 8 TLA).  ¿Qué debes hacer para tener éxito garantizado en todo lo que emprendas en el 2019? Tres cosas bien puntuales: no dejes de leer la Palabra, estudiarla y, lo más im