Las distracciones tienen como objetivo desviar nuestra atención y en este tiempo, nuestro adversario buscará todas las posibles para evitar que cumplamos con nuestro objetivo y retrasar nuestro llamado en el Señor. Una característica de una persona distraída es que pone toda su atención en algo más, lo cual con el pasar del tiempo le hará perder el foco o su norte. Cuando el pueblo de Israel iba a la guerra, no todos podían ir, solo aquellos que sabían hacia dónde iban y a qué tenían qué hacer eran los tenidos en cuenta, entonces ¿quiénes no eran tenidos en cuenta? Veamos lo que la Palabra nos enseña: “Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene. ¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute. ¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la tome” (Deuteronomio 20:5-7 RVR1960).
¿Qué cosas nos distraen y que, a su vez, le roban el primer lugar a nuestro Dios? De acuerdo con el pasaje de Deuteronomio, estas son: primero, las posesiones. Segundo, los planes o proyectos y, por último, las personas (amigos, cónyuge, etc.). La Palabra es muy cierta cuando dice “donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:21 RVA-2015) y muchas personas se dejan seducir por lo que el mundo les ofrece, alguien que esté constantemente pensando en estas cosas antes mencionada no es apto para ir a la guerra y quizá usted se estará pregunta, ¿cuál guerra?. Bueno, lo primero que debemos establecer es que somos SOLDADOS. Según 2 Timoteo 2:4 (RVR 1960), “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agardar a aquel que lo tomó por soldado”, quiere decir que si usted y yo somos soldados es porque estamos en guerra. Y Efesios 6: 12 (RVC) nos dice que “La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo” y si libramos una batalla es porque estamos en guerra y somos soldados.
Ser soldado de Cristo implica que no nos podemos enredar en los negocios del mundo, tampoco podemos amar las cosas del mundo si realmente queremos agradar a Dios. Como resultado, el creyente siempre debe apuntar hacia este objetivo: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2 LBLA). Cuando toda nuestra atención se centra en el Señor Jesús, sabemos qué hacer y hacia dónde ir. Cuando centramos nuestra atención en Jesús sabemos que hay una batalla que librar y que para Él somos soldados inmersos en una constante guerra espiritual. Espero que esta palabra haya llegado a tu vida en el momento justo. Si ha producido un rhema en ti, te invito a compartirla y ser de bendición para alguien más. Feliz y bendecido inicio de semana.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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