Cuando Dios creó al hombre lo hizo con el firme propósito de que este pudiera estar siempre en Su presencia. Dios le dio acceso sin restricción a Adán para que fuera Su amigo, para que pudiera hablar con Él en cualquier momento y sin intermediarios. Pero quizá lo mejor de todo esto es que en Su presencia Adán tendría todo lo que necesitaba, tal cual lo afirman Las Escrituras: “entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15 LBLA). Estando en la presencia del Señor no hay nada más que podamos necesitar, pero ¿qué sucede cuando salimos de esa presencia? Lo primero que debemos entender es que vendrán consecuencias nefastas para el creyente.
La caída del hombre se da por la transgresión o el pecado del mismo, aunque la mujer haya sido quien pecó primero. No obstante, cuando esto sucede, “el Señor Dios llamó al hombre” (Génesis 3:9 LBLA) para pedirle cuentas. Es así como la desobediencia trajo consigo maldición, muerte y, lo peor, ser desterrados de la presencia de Dios tal cual lo registra la Palabra, “y el SeñorDios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado” (Génesis 3:23 LBLA). Y estando fuera de esa hermosa presencia es cuando el hombre se da cuenta que, para obtener lo que necesitaba, debía trabajar duro y ganarlo con el sudor de su frente. Asimismo, cuando le fallamos al Señor y salimos de Su presencia, debemos trabajar duro para volver a establecer esa koinonia con Él, pagando las consecuencias de la transgresión. Si en Su presencia lo tenemos todo, entonces ¿por qué le fallamos al Señor? Quizá la misma naturaleza pecaminosa o tal vez somos seducidos por el pecado y este nos domina.
Sin embargo, hoy quiero decirte que estando fuera de la presencia de Dios muchas cosas te harán falta también, la provisión, la bendición, la protección y el favor de Dios ya no estarán contigo. Quizá otra razón por la que oras y no recibes es porque has salido de la presencia de Dios sin darte cuenta. Un juez del pueblo de Israel pensó que siempre tendría el respaldo de Dios y jugó con Su presencia, ese fue Sansón. Pero mira lo que la Palabra dice acerca del momento en el y Dios no estaba con él: “y él despertó de su sueño, y dijo: Saldré como las otras veces y escaparé. Pero no sabía que el Señor se había apartado de él” (Jueces 16:20 LBLA). Sansón lo perdió todo por causa de su desobediencia y no supo que Dios ya lo había abandonado. Lo más triste fue que murió. Como creyentes debemos procurar por alimentar siempre esa relación, la cual nos permitirá estar siempre en Su presencia y gozar de sus beneficios. Si esta reflexión ha llegado a tu corazónen el momento adecuado, entonces no olvides compartirla y ser de bendición para otros.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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