En ocasiones, todo creyente se pregunta por qué no se le dan las cosas, por qué las bendiciones andan retenidas y hasta veces cuestionamos a Dios y le preguntamos por qué no nos bendice si hacemos esto y aquello. Pero, más allá, de todos estos cuestionamientos, el creyente debe examinar su vida interior, su espiritualidad y su santidad. Me encanta este verso bíblico que el Apóstol Pablo escribió a los Corintios, porque es la mejor de las respuestas en este caso:"¿No sabéis que los que corren el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Corintios 9: 24).
Wow, cuánta sabiduría en un solo versículo. Cuando un atleta corre una carrera, sabe que hay cosas de las que debe abstenerse si quiere coronarse campeón, igualmente sabe que hay ciertas otras que no puede ni debe hacer porque pondría en riesgo su título, si llegara a ganar. Quiere decir que, el atleta no pondrá en riesgo su integridad deportiva si desea ser el ganador. De la misma manera, nosotros los que corremos en el evangelio, tampoco podemos poner en riesgo nuestra integridad espiritual si deseamos obtener ese premio que nos espera al final de la carrera y es por ello que debemos correr legitimamente. Como creyentes tenemos la responsabilidad de guardarnos durante toda la carrera para recibir ese premio incorruptible del que habla el Apóstol más adelante. Así pues, lo primero que debo hacer para andar legal en la carrera es santificarme para el Señor, es decir guardarme para Él. Mira lo que la Biblia nos enseña en Levítico 11:44 RVC, "Yo Soy el Señor su Dios. Por lo tanto, ustedes se santificarán, y serán santos, porque Yo Soy santo".
Lo segundo que debemos hacer mientras permanecemos legales durante la carrera es perseverar no abandonar la carrera. Hemos visto casos de atletas que renuncian en medio en la carrera, otros que la abandonan porque no pudieron o porque no se prepararon bien. ¿Crees que en el evangelio no sucede lo mismo? La respuesta es sí, muchos empiezan con furor, pero las adversidades y las pruebas van apagando poco a poco su fe y terminan por abandonar la cerrera. Y usted se preguntará ¿por qué sucede esto? Porque ese creyente tenía los ojos puestos en la adversidad y no en Aquel que la venció. Es por eso que, debemos recordar lo que la Palabra de Dios nos enseña, "puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe, Jesús" (Hebreos 12:2 JBS). Si durante la carrera sus ojos están puestos en el Señor, vendrán las aflicciones, pero de ellas el Señor le sacará.
Finalmente, cierro con estas palabras: corred de tal manera que lo obtengáis. Enfócate en el premio (que nos exige ir legales), no en las pruebas que vendrán o en los sufrimientos por los cuales tendrás que atravesar. La carrera no será fácil, pero sí llevadera si aprendes este principio: "llevad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque Mi yugo es fácil y ligera mi carga" (Mateo 11:29-30). Espero que este mensaje haya llegado en un buen momento, que el Señor te haya bendecido en gran manera. No olvides ser de bendición para otros, comparte.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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