La falta de fe del creyente le lleva, en ocasiones, a pensar que sus problemas no tienen solución y que no hay salida para ellos. La frustración, entonces, se apodera de nosotros y tiende a nublar nuestro pensamiento y nos hace olvidar quiénes somos: más que vencedores en Cristo Jesús. Puede que sea así, pero no nos quedaremos así para siempre. Los problemas son como un gigante que nos atemoriza, que nos impide seguir hacia adelante, que se planta en la mitad de nuestro camino impidiendo el fluir de las cosas de Dios. Todos conocemos la historia de David y Goliat, ¿cierto? Goliat era un gigante filisteo, cuyo objetivo era ir a la guerra para atemorizar a sus adversarios y así los filisteos vencían a los otros pueblos. Pero bastó que el Señor escogiera a alguien sin entrenamiento militar, sin técnicas de combate para dejar en ridículo a Goliat, ese escogido fue David, un simple pastor de ovejas. Mira lo que la Palabra nos enseña hoy acerca de esta fabulosa hazaña: "entonces dijo David al filisteo: tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado" (1 Samuel 17:45 RVR1960).
Hay dos cosas que podemos aprender de esta historia. La primera de ellas es que Dios no necesita de ejércitos grandes ni numerosos para darnos la victoria. El pueblo de Israel pensaba que no podía ir a la guerra contra sus enemigos porque eran muchos, porque sus ejércitos estaban mejor preparados... Pero Dios siempre les daba estrategias que involucraban pocas personas, cosas que parecieran locas (dar vueltas alrededor de una ciudad y gritar, por ejemplo) y les daba una gran victoria y un gran botín, entre otras cosas y ¿sabes por qué? Porque "Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante" (1 Corintios 1:28 NTV). ¿Quién iba a pensar que un simple "pastor de ovejas" pudiera derrotar a todo un sodado y con el agravante que era gigante? Nadie. Creo que si hubieran existido las apuestas, hasta Israel hubier dado por sentado que Goliat sería el ganador. Y así como Israel, nos sentimos muchas veces, pensamos que el gigante que está frente a nosotros está allí para detenernos, pero no pensamos que, está frente a nosotros porque el Señor desea glorificarse y quiere darnos una gran victoria, "porque para Dios no hay nada imposible" (Lucas 1:37 RVR1960).
Lo segundo que podemos aprender de esta historia es que, por muy amenazante que se vea tu gigante podrás derrotarlo en el nombre del Señor. Muchos de nosotros creemos que somos perdedores, que la derrota es nuestro apellido, olvidando el Padre que tenemos y que nos apoya. David la tenía clara y sabes qué le dijo a Goliat: "Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla" (1 Samuel 17:47 RVR1960). Hoy quiero decirte que has luchado contra un gigante que no has podido vencer, porque olvidaste de quién es la batalla. Es tiempo de entregar ese gigante en manos del Señor y, ¿sabes por qué? Porque "Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos" (Éxodo 14:14 RVR1960). Tu gigante ha sido vencido, entrégaselo al Señor. Tu problema, adversidad, desierto, la situción por la que estés atravesando no está allí detenerte, Dios la ha puesto allí para promoverte. Espero que esta reflexión haya llegado en el tiempo perfecto y que haya hablado a tu vida tremendamente. No olvides ser de bendición pra otros, comparte.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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