Muchas veces no medimos las consecuencias de nuestros actos y mucho menos vemos su alcance. La razón por la que les digo esto es porque actuamos sin pensar, sin analizar ni ver mucho más allá de nuestra propia realidad. Hay una ley que, difícilmente, podemos eludir por nuestro paso en esta tierra y esa ley es la de la siembre y la cosecha. ¿Qué estás sembrando en tus amistades, en tu relación de pareja, en tus hijos? Hombre, si has sido infiel, esa es una semilla de maldición que traerá consecuencias terribles no solo para ti, también afectará a tus hijos y sus hijos. Y si fuera el caso de la mujer, también es lo mismo, el sexo no cambia la consecuencia, la maldición generacional que se viene alcanzará a varias generaciones. A los casados, ¿qué estás sembrando en tu relación, mentiras, adulterio? Y en tus hijos, ¿qué estás sembrando hoy? Esto nos debe dar temor, mucho temor y ¿sabes por qué? Mira lo que la poderosa Palabra de Dios duce acerca de esta ley: "No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha" (Gálatas 6:7 DHH).
Lo primero que debemos entender de esta porción de la Palabra es que toda semilla produce un fruto, y este será directamente proporcional a la siembra: si siembras una buena semilla tendrás una buena cosecha y, por el contrario, si siembras una mala semilla no esperes recoger lo que no has sembrado. El Apóstol Pablo en Gálatas nos exhorta "según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos" (Gálatas 6:10 RVR1960). La oportunidad de hacer el bien no se nos presenta uno que otro día, siempre la tendremos frente a nosotros, "así que no debemos cansarnos de hacer el bien (Gálatas 6:9 DHH). Tampoco podemos hacer acepción de personas. Pero, ¿por qué nos invitan el autor de la Carta a los Gálatas a no cansarnos de hacerlo, mira su respuesta: "porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos" (Gálatas 6:9 DHH). Cada semilla que siembres tendrá su respectivo fruto y si has sembrado buenas semillas, pero aún no has visto tu cosecha, no te desesperes, el tiempo para recoger lo que has sembrado llegará.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando sé que debo sembrar buenas semillas, pero decido no hacerlo? La misma Biblia nos da luz sobre el tema y nos enseña lo siguiente: "si ustedes saben hacer lo bueno y no lo hacen, ya están pecando" (Santiago 4:17 TLA). Fuerte, ¿no? Pero es así, esa es la verdad. Entonces, podemos concluir que, Dios espera que sembremos buenas semillas, porque si no lo hacemos, ya estamos pecando, pues estamos siendo desobedientes. Y quizá te preguntes, ¿de qué manera o cómo puedo aprender a sembrar buenas semillas en mi esposa(o), amigos, hijos, etc,? La respuesta la encontramos en Timoteo, "toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17 LBLA). Solo a través de la lectura de la Palabra es que el hombre podrá aprender y estar enteramente preparado para hacer buenas obras, para sembrar buenas semillas, sin ella será imposible que podamos hacer el bien. Tu propósito es estar enteramente preparado para hacer buenas obras, no para hacer mal ni sembrar malas semillas. Espero que esta reflexión haya llegado en un buen momento a tu vida, no olvides ser de bendición para otros y compartir. Dios te bendiga y te guarde siempre.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
Comentarios
Publicar un comentario