Cuando el ser humano cae presa del pecado siempre intentará buscar un culpable a su alrededor, porque le será más fácil culpar a alguien más que aceptar la culpa y las consecuencias de sus errores y malas decisiones, ¿no es así? En ocasiones, intentamos culpar a Dios cuando pecamos, pero se nos olvida que todo en Él es santo. El Apóstol Pablo en su epístola a Santiago afirma lo siguiente, "cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie" (Santiago 1:13 RVR1960). En esa búsqueda por una respuesta al por qué caemos presas de la tentación, algunos intentarán decir que Dios se las envió. Pero, ¿qué explicación bíblica tenemos sobre este tema? La Palabra de Dios dice que, "no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Corintios 10:13 RVR1960).
Así pues, de este pasaje podemos aprender dos cosas bien puntuales en este día. La primera de ellas es que, toda tentación es humana. Y quizá te estés preguntando ¿cómo así? El origen de la tentación no está en Dios, ya lo dijimos en la introducción, sino en el corazón del hombre. Mira lo que el Señor Jesús nos enseña en el libro de Mateo, "del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mateo 15:19 RVR1960). Toma tiempo acceder a los designios de la carne, no será de un día para otro que se dé la caída de un creyente y ¿sabes cuál es el origen de todo? Una vez más el Apóstol Pablo nos ilustra al respecto afirmando, "cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Santiago 1:14-15 RVR1960). ¿Qué es, pues, la concupiscencia? El apetito desordenado de placeres deshonestos o, en otras palabras más sencillas, todo lo malo que hay en el corazón del hombre y que peretenecen a su vieja naturaleza. Primero somos atraídos por aquello que, en nuestra vieja naturaleza, nos gustaba; luego somos seducidos y, por último, accedemos a esos deseos, ese es el orden cómo se da la tentación en el hombre.
Lo otro que podemos aprender de este pasaje es que Dios nos dará la salida para soportar la tentación. ¿Dónde la podemos encontar? Hay dos versículos claves que debemos tener en cuenta: el primero de ellos está en Efesios 6:11 RVR1960 que dice, "vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo". Uno que milita para Cristo sin armadura se verá expuesto en el campo de batalla y será vulnerable a los ataques del enemigo, por ello debemos usar la armadura de Dios en todo momento. El otro versículo clave es Mateo 26:41 RVR1960, "velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Para evitar la tentación, debemos tener una comunión constante con el Espíritu Santo y con el Padre. La armadura y el uso de las armas espirituales serán la salida ante la tentación. Piense en José, el hijo de Jacob, cuando se vio tentado por la mujer de Potifar. El haber huido de ese lugar fue la mejor opción. Espero que esta reflexión haya llegado en un buen momento a tu vida, no olvides ser de bendición para otros, compártela. Dios te bendiga rica y sobreabundantemente.
Bajo la guía del Espíritu Santo de Dios,
Sergio Meza Padilla.
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