¿Alguna vez te has encontrado a una persona que todo lo que hace lo hace por interés? O, ¿qué tal aquella otra que hace las cosas a regañadientes? En ambos casos, son actitudes incorrectas, aún para los que nos hacemos llamar discípulos del Señor, pues si algo debemos tener claro es que una razón por la que estamos en este mundo es porque debemos servir y el servicio no es solo para Dios, sino que lo es también para los hombres. ¿Sabes que aún en este aspecto la Palabra nos enseña cómo debemos hacer las cosas? Mira lo que dice en Colosenses 3:23-24 RVR1960, "y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que de el Señor recibiréis la herencia, porque a Cristo el Señor servís". Confrontador, ¿no es cierto?
Y es que toda la Palabra es confrontadora, pues nos exhorta a actuar de la manera correcta y nos ayuda, como dice el Apóstol Pablo, a estar enteramente preparados para toda buena obra. Pero regresando al verso anterior en Colosenses, me llama profundamente la atención esto: haced las cosas como para el Señor. Cuando el creyente entiende perfectamente a quién está sirviendo, su servicio siempre se caracterizará por la excelencia. En el AT, Moisés le preguntó al pueblo, "ahora Israel, qué pide Jehová tu Dios de ti? Y, ¿sabes cuál fue la respuesta? "Que le sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma" (Deuteronomio 10:12 RVR1960). Pero para entender que debo servir a Dios con todo mi corazón y con toda mi alma, primeramente debo amarle, pues el amarlo me lleva a servirle de esa misma forma y, ¿cuál es el primero y más grande mandamiento? "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22:37 RVR1960). Si el amor está primero, créeme que no te esforzarás en servir al Señor, porque a través de ese servicio tú le demuestras que lo amas y en eso consiste el amor, no en decirle cuánto lo amas, sino en demostrarselo.
¿No te parece increíble que la misma definición del amor a Dios sea la misma para su servicio? Y en ambas, hay algo en común: el corazón. Y, ¿sabes por qué? "Porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Mateo 12:34 RVR1960) y si en tu corazón hay amor a Dios, no será difícil para ti demostrarlo a través del servicio a los demás y siempre habrá una actitud correcta hacia ese servicio. Si realmente amas a Dios, entonces el servicio con excelencia debe ser tu prioridad. Cuando sirves a los hombres, ellos no te darán tu paga, tu paga viene de Dios, así que hagamos todo como para Dios y con la mejor actitud. Si este mensaje ha sido de bendición, no olvides compartir y ser de bendición en este día. Feliz y bendecido fin de semana.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
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