Muchas personas, creyentes y no creyentes, en alguna ocasión de sus vidas, sienten como si Dios no les escuchara, pues oran y no reciben respuesta y se frustran tratando de comprender por qué sus oraciones no son escuchadas. Cuando estas cosas suceden, debemos comenzar analizarnos para ver cómo está nuestra relación con Dios y a lo mejor, nos pasa como Sansón, que no sabía que Dios se había alejado de él por causa de su pecado. Y este tema es tal vez, uno de los menos hablado en las iglesias hoy día, porque el hombre teme ser rechazado por hablar sobre el pecado buscando la aprobación del mismo hombre y no buscando agradar a Dios. Precisamente, enseñando sobre el pecado en una lección del curso de Discipulado en la iglesia a la cual me congrego, me encontré con un pasaje confrontador: "pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír" (Isaías 59:2 RVR1960).
Vayamos por parte en esta reflexión y busquemos el significado de la palabra iniquidad. Según el diccionario bíblico sencillo, iniquidad es la condición de no ser recto, ya sea en relación con Dios, en base a su norma inamovible de justicia y santidad. Quiere decir que el vivir en oposición o en contra de lo que Dios desea para mí es causal para que Él, en Su inmensa soberanía, decida ocultar Su rostro de mí. Un pasaje bíblico que muestra la radicalidad de Dios frente al pecado está en Mateo 27:46 RVR1960, cuando el Señor Jesús siente que la presencia del Padre ya no está con Él y dice, "¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?". En ese momento, el Señor Jesús ya estaba cargando con todo el pecado y la inmundicia del mundo y Dios Padre, en Su estado de luz, pureza y santidad se había apartado. Por lo tanto podemos concluir que, si mi vida no anda de acuerdo a lo que la Palabra de Dios me enseña, mis oraciones tendrán estorbo por causa de mi iniquidad, ya que esta trae división entre Dios y el hombre.
Ahora bien, "si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos" (1 Juan 1:8 RVR1960) y esa es una razón por la que muchos dejan de alcanzar la gracia, pues cubren sus pecados por causa de estar bien delante de los hombres, pero mal delante de Dios. Pero, la Palabra me enseña algo totalmente opuesto a esta realidad y es que, "si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9 RVR1960). La única forma de hacer que Dios se vuelva a nosotros es dejando la vida pecaminosa atrás y vivir agradablemente para Él sin importar la aprobación de los hombres. Espero que esta corta reflexión haya hablado a tu vida tremendamente. Si así fue, te invito a ser de bendición para otros y compartirla. Dios te bendiga rica y sobreabundantemente en todas las áreas de tu vida.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
Sergio Meza Padilla.
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