"Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado" (Mateo 25: 29).
¿Con qué talentos te ha equiparado el Señor para tu llamado? Hay algo que solamente tú tienes y que Jehová Dios te dio para cumplir Su propósito en ti; pero muchos piensan que esos talentos vinieron con ellos, creen que por naturaleza los recibieron.Y pasan toda una vida malgastándolos, otros, por el contrario, mueren y nunca los aprovechan, ignorando que, de todas estas cosas, tendremos que dar cuentas.
Mi llamado y mi propósito implican que sepa administrar (principio de mayordomía) todo lo que Dios me ha dado (el equipamiento) para llevar a cabo Sus sueños en mí. Es por ello que, como siervos, tenemos la responsabilidad de (1) saber administrarlos, (2) hacer algo con ellos, ponerlos al servicio del Reino, y (3) glorificar el nombre de Dios en la tierra.
El siervo malo, del cual nos habla la Palabra en la parábola de los talentos, no hizo nada con el talento que le dio su señor, sino que lo enterró y esperó la venida de su amo para rendirle cuentas. La historia concluye contando que ese talento que le habían entregado, le fue quitado y echado además en las tinieblas, donde es el lloro y el crujir de dientes.
No esperes hasta el final para dar cuentas de lo que Dios te ha entregado para cumplir con Su propósito para ti, hoy es día de utilizar esos talentos para glorificar Su nombre en todas las naciones.
Dios te bendiga en este día.
¿Con qué talentos te ha equiparado el Señor para tu llamado? Hay algo que solamente tú tienes y que Jehová Dios te dio para cumplir Su propósito en ti; pero muchos piensan que esos talentos vinieron con ellos, creen que por naturaleza los recibieron.Y pasan toda una vida malgastándolos, otros, por el contrario, mueren y nunca los aprovechan, ignorando que, de todas estas cosas, tendremos que dar cuentas.
Mi llamado y mi propósito implican que sepa administrar (principio de mayordomía) todo lo que Dios me ha dado (el equipamiento) para llevar a cabo Sus sueños en mí. Es por ello que, como siervos, tenemos la responsabilidad de (1) saber administrarlos, (2) hacer algo con ellos, ponerlos al servicio del Reino, y (3) glorificar el nombre de Dios en la tierra.
El siervo malo, del cual nos habla la Palabra en la parábola de los talentos, no hizo nada con el talento que le dio su señor, sino que lo enterró y esperó la venida de su amo para rendirle cuentas. La historia concluye contando que ese talento que le habían entregado, le fue quitado y echado además en las tinieblas, donde es el lloro y el crujir de dientes.
No esperes hasta el final para dar cuentas de lo que Dios te ha entregado para cumplir con Su propósito para ti, hoy es día de utilizar esos talentos para glorificar Su nombre en todas las naciones.
Dios te bendiga en este día.
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