Esperando el tiempo de Jehová
Si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos es que somos impacientes, queremos lo que anhelamos rápido, por ejemplo: si estamos en la búsqueda de pareja, entonces queremos que esa persona llegue enseguida y si no llega, entonces salimos a su encuentro. Y cuando estamos haciendo fila en el banco, queremos que el cajero atienda rapidito a las personas que están delante de nosotros, ¿cierto? Pero, la impaciencia nos lleva a cometer errores y a hacer cosas que no están ni dentro de los planes ni en el tiempo de Dios.
Buscando la definición de la palabra impaciencia en el diccionario, encontré una perfecta para el devocional, dice: intranquilidad producida por algo que no acaba de llegar. Es decir, la impaciencia trae consigo intranquilidad y eso no es de Dios. Como hijos de Dios no podemos dejar que algo nos robe ni tranquilidad ni la la paz que sólo encontramos en el Señor, así que debemos aprender a ser pacientes y a esperar TODO en el tiempo de Jehová, que se caracteriza por ser perfecto.
La Palabra de hoy se encuentra en:
Salmos 31:14-15/RVR1969
"Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores".
El síntoma número uno que desata la impaciencia se llama falta de confianza. Y justamente en la palabra de hoy el salmista nos enseña una gran lección: confiar, ¿en quién? No en el hombre sino en Jehová Dios. Cuando depositamos nuestra confianza en Dios, todo está bajo Su control y es cuando debemos estar tranquilos a sabiendas de que Él hará todas las cosas en Su tiempo. ¿Por qué dejaste de confiar en el Padre Celestial? ¿Crees que en tus manos está la salida a tus problemas, aflicciones? Recuerda que cuando las cosas no se dan como esperas es (1) porque Dios desea que aprendas algo primero y (2) porque no estás preparado para recibir eso que anhelas.
Esperar en el tiempo de Dios es lo más seguro que tenemos. No te desesperes, ora en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:17), busca de Él (Jeremías 29:13), clama de día y de noche (Lucas 18:7), pero no te desesperes ni te intranquilices a causa de lo que aún no llega, pues a su debido tiempo llegará. Sé que para muchos que leen hoy y están pasando por alguna prueba deben estar preguntándose hasta cuándo Dios permitirá que dure esta prueba. Pero Él te recuerda en Su Palabra que estará contigo donde quiera que vayas (Josué 1:9), tampoco se apartará de tu lado.
Nunca pienses que Dios te ha abandonado, o que se ha olvidado de ti, hay que saber esperar en Él, no esperar en alguien o en algo más. Espera el tiempo de Dios, que es perfecto. Cuando las cosas llegan en el tiempo de Jehová producen gozo, alegría. Consejo del día, no te intranquilices por lo que aún no llega, pídele a Dios que te dé paz para estar tranquilo y así volver a confiar en Él. Hoy debes confiar en el Señor y no desesperarte, porque aún en medio del silencio, Dios está en control.
Dios te guarde y bendiga poderosamente en este día. LIKE si te ha gustado, SHARE para compartir con otros y ser de bendición.
Si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos es que somos impacientes, queremos lo que anhelamos rápido, por ejemplo: si estamos en la búsqueda de pareja, entonces queremos que esa persona llegue enseguida y si no llega, entonces salimos a su encuentro. Y cuando estamos haciendo fila en el banco, queremos que el cajero atienda rapidito a las personas que están delante de nosotros, ¿cierto? Pero, la impaciencia nos lleva a cometer errores y a hacer cosas que no están ni dentro de los planes ni en el tiempo de Dios.
Buscando la definición de la palabra impaciencia en el diccionario, encontré una perfecta para el devocional, dice: intranquilidad producida por algo que no acaba de llegar. Es decir, la impaciencia trae consigo intranquilidad y eso no es de Dios. Como hijos de Dios no podemos dejar que algo nos robe ni tranquilidad ni la la paz que sólo encontramos en el Señor, así que debemos aprender a ser pacientes y a esperar TODO en el tiempo de Jehová, que se caracteriza por ser perfecto.
La Palabra de hoy se encuentra en:
Salmos 31:14-15/RVR1969
"Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores".
El síntoma número uno que desata la impaciencia se llama falta de confianza. Y justamente en la palabra de hoy el salmista nos enseña una gran lección: confiar, ¿en quién? No en el hombre sino en Jehová Dios. Cuando depositamos nuestra confianza en Dios, todo está bajo Su control y es cuando debemos estar tranquilos a sabiendas de que Él hará todas las cosas en Su tiempo. ¿Por qué dejaste de confiar en el Padre Celestial? ¿Crees que en tus manos está la salida a tus problemas, aflicciones? Recuerda que cuando las cosas no se dan como esperas es (1) porque Dios desea que aprendas algo primero y (2) porque no estás preparado para recibir eso que anhelas.
Esperar en el tiempo de Dios es lo más seguro que tenemos. No te desesperes, ora en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:17), busca de Él (Jeremías 29:13), clama de día y de noche (Lucas 18:7), pero no te desesperes ni te intranquilices a causa de lo que aún no llega, pues a su debido tiempo llegará. Sé que para muchos que leen hoy y están pasando por alguna prueba deben estar preguntándose hasta cuándo Dios permitirá que dure esta prueba. Pero Él te recuerda en Su Palabra que estará contigo donde quiera que vayas (Josué 1:9), tampoco se apartará de tu lado.
Nunca pienses que Dios te ha abandonado, o que se ha olvidado de ti, hay que saber esperar en Él, no esperar en alguien o en algo más. Espera el tiempo de Dios, que es perfecto. Cuando las cosas llegan en el tiempo de Jehová producen gozo, alegría. Consejo del día, no te intranquilices por lo que aún no llega, pídele a Dios que te dé paz para estar tranquilo y así volver a confiar en Él. Hoy debes confiar en el Señor y no desesperarte, porque aún en medio del silencio, Dios está en control.
Dios te guarde y bendiga poderosamente en este día. LIKE si te ha gustado, SHARE para compartir con otros y ser de bendición.
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