"Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos" (Éxodo 14:14).
Afán, el enemigo número uno del creyente. Permitirle la entrada a tu vida es empezar a alejarte de la presencia de Dios. Un creyente afanado es un objetivo fácil de destruir por el diablo, por ejemplo: cuando el pueblo de Israel quiso volver a ofrecer sacrificios a Dios en el desierto, ¿qué hizo Faraón? Les dio más trabajo (Éxodo 5:9), por ende, ellos se afanaron y culparon a Moisés y a Aarón, su hermano, de su desgracia. Ese mismo comportamiento lo vemos una y otra vez en aquellos creyentes que se afanan, culpando a cualquier persona o circunstancia de sus males.
¿Qué sucede cuando el creyente se afana? (1) Deja de ver la obra que Dios ha hecho en su vida, y (2) deja de ver a Dios como un ser Todopoderoso, como el Dios de lo imposible. Como resultado, empieza a cuestionarle por lo que le pasa.
Para evitar abrirle la puerta al afán lo que el creyente debe hacer es intimar con Dios, hablar más con Él. Un creyente afanado es aquel que ha dejado de intimar con Dios. En la intimidad con Dios es donde el creyente aprende que no es un huérfano espiritual, sino que tiene al mejor de todos los padres, Uno que siempre peleará por él mientras estamos tranquilos.
Dios te bendiga en este bello día. No olvides ser de bendición a otros, comparte este mensaje.
Afán, el enemigo número uno del creyente. Permitirle la entrada a tu vida es empezar a alejarte de la presencia de Dios. Un creyente afanado es un objetivo fácil de destruir por el diablo, por ejemplo: cuando el pueblo de Israel quiso volver a ofrecer sacrificios a Dios en el desierto, ¿qué hizo Faraón? Les dio más trabajo (Éxodo 5:9), por ende, ellos se afanaron y culparon a Moisés y a Aarón, su hermano, de su desgracia. Ese mismo comportamiento lo vemos una y otra vez en aquellos creyentes que se afanan, culpando a cualquier persona o circunstancia de sus males.
¿Qué sucede cuando el creyente se afana? (1) Deja de ver la obra que Dios ha hecho en su vida, y (2) deja de ver a Dios como un ser Todopoderoso, como el Dios de lo imposible. Como resultado, empieza a cuestionarle por lo que le pasa.
Para evitar abrirle la puerta al afán lo que el creyente debe hacer es intimar con Dios, hablar más con Él. Un creyente afanado es aquel que ha dejado de intimar con Dios. En la intimidad con Dios es donde el creyente aprende que no es un huérfano espiritual, sino que tiene al mejor de todos los padres, Uno que siempre peleará por él mientras estamos tranquilos.
Dios te bendiga en este bello día. No olvides ser de bendición a otros, comparte este mensaje.
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