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Me levanto en victoria

En ocasiones tratamos de inventar excusas tratando de responder por qué no buscamos de Dios. Y tenemos amigos que, insistentemente, intentan "vendernos" la idea de que existe un Dios Todopoderoso quien envió a Su único hijo a morir en la cruz por el perdón de nuestros pecados para darnos vida eterna y ésto sencillamente no funciona. La verdad es que nos cuesta buscar de Dios, excepto en aquellas situaciones donde realmente llegamos a tocar fondo y la única salida se llama el evangelio. Es decir, vivimos en un letargo espiritual crónico y no queremos saber nada de Dios, ni estamos interesados en ir a la iglesia para congregarnos, sólo nos interesa pasarla bien con los amigos, la rumba, el aquí y ahora.

Otra situación diferente la viven aquellas personas a quienes Dios les ha hablado e intentan volverse los sordos del paseo. Saben que la voz de su pastor les habla directamente e intentan desviarse por otros caminos y se esconden en los lugares más recónditos, esperando no ser hallados. Pero cuando Dios llama no hay poder que impida ese llamado, tarde que temprano vendrás a sus pies y harás Su voluntad que, entre otras cosas, es buena, agradable y perfecta (Romanos 12: 2).

La Palabra de hoy se encuentra en:
San Juan 5: 6-8
6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo ¿quieres ser sano?  7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.  8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda.


En la situación en la que se encontraba el paralítico de Bethesda, es la misma en la que se encuentran muchas personas en estos días. Su letargo espiritual les ha impedido aproximarse hacia donde está el río de Dios (Ezequiel 47: 9). Están a la espera de que un milagro les traiga sanidad a sus vidas, están a la espera de que algo o alguien haga algo por ellos, pero siempre hay otros más rápidos que se les adelantan y pierden la oportunidad de sumergirse en estas aguas que son salutíferas, que traen sanidad a todo. 

Hay varios puntos que deseo, a través del Espíritu, compartir con todos ustedes en este día: uno, Dios es el único que conoce nuestros corazones, intenciones, sentimientos, pensamientos, etc. Es por ello, que al ver nuestra condición, es Él quien ve cuánto tiempo ha pasado y, nosotros por otro lado, seguimos en esa misma condición, sin embargo, Dios se acerca a nosotros y nos pregunta si queremos ser sanos, y a lo mejor te preguntarás de qué voy a ser sano, la respuesta es sencilla amigo(a): de los resentimientos, de los deseos de venganza, de la amargura, de los temores, del rencor, en fin de muchas cosas que a través del tiempo han dañado tu corazón y lo vuelven un corazón de piedra, pero Dios desea cambiarlo y darte uno de carne.

Dos, el paralítico le dio a Jesús dos excusas: no tengo quien me meta y la gente baja más rápido que yo. ¿Qué excusas estás inventándote para retrasar el plan que Dios ya ideó para ti? Las excusas evitan recibir lo que Dios planeó para ti. Muchas veces en medio de las excusas creemos que nos hacemos un bien, que engañamos a Dios, pero realmente nos estamos engañando a nosotros mismos. La búsqueda de Dios empieza hoy, en este preciso momento, no por la tarde, ni mañana, ni el domingo en la iglesia. Si ya has escuchado la voz de tu pastor quien insistentemente te ha estado llamando, entonces ¿qué esperas para tomar una determinación y seguirle? No esperes tanto tiempo como lo hizo el paralítico de Bethesda quien llevaba mucho tiempo así (San Juan 5: 6). Esto también nos sugiere que terminamos acostumbrándonos a ese letargo, nos acostumbramos a la situación (Romanos 12: 2), nos volvemos víctimas de nuestra propia situación cuando en nuestras manos está el poder de cambiarlo todo a través de una decisión.

Tres, al ver la condición en la que te encuentras hoy, probablemente derrotado, cansado, fastidiado, maltratado, ultrajado, decepcionado, el Cristo que venció la muerte en la cruz te hace una  clara invitación: ¡Levántate!. Hoy debes tomar la determinación de levantarte en victoria, así como Él se levantó de entre los muertos, recuerda que eres hecho a Su imagen y semejanza (Génesis 1: 27), igual tú también puedes lograr cosas maravillosas, puedes entrar solo al río de Dios y ser sano de aquellas malas cosas que recibiste del mundo, Cristo te acepta sin importar tu condición, más adelante Él mismo se encargará de hacerte un hombre nuevo, con un corazón nuevo y con una mentalidad nueva, una mentalidad de Reino.

Deseo que hagas esta corta oración para terminar:
Señor, gracias te doy en este día porque sé que Tú me hablas y lo has hecho desde hace ya mucho tiempo. Te has dado cuenta de mi situación y has visto el letargo espiritual al que yo mismo me he sometido. Te pido perdón por haberme negado a escuchar tu voz y seguir tus pasos, pero hoy me levanto en victoria como tu hijo amado Jesús para que seas Tú quien me sane de todo lo malo que hay en mi corazón, hazme un hombre/mujer nuevo(a), cambia mi corazón de piedra y dame uno nuevo de carne para que sea como el corazón que Tú deseas que tenga. De ahora en adelante tomaré mi lecho andaré como lo hizo el paralítico porque Tú me lo has pedido. Gracias Señor por ser tan bondadoso y misericordioso, en el nombre de Jesús, amén.

Bajo la guía del Espíritu Santo,

Sergio Meza Padilla



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