No os afanéis
Afán, afán... El arma predilecta del enemigo contra el creyente. ¿Por qué al enemigo le gusta tanto que el creyente se afane? ¿Qué sucede cuando me afano y desenfoco mi mirada de las cosas del Reino de los Cielos? Hoy aprenderemos acerca del afán y cómo este arma del diablo no nos permite alcanzar las bendiciones que ya Dios tiene preparadas para ti y para mí.
Cuando el pueblo de Israel iba a salir de Egipto, Moisés visitó a faraón para decirle que dejara ir al pueblo para celebrarle fiesta a Jehová en el desierto (Éxodo 5:1). ¿Cuál fue la respuesta de faraón ante este pedido? Incrementó la servidumbre del pueblo de Israel para que no fueran a ningún desierto a celebrarle fiesta a Dios (Éxodo 5:9). Con más trabajo de lo normal, el pueblo ya no podía pensar en ninguna cosa excepto en culpar a Moisés y a su hermano, Aarón, de esta desgracia. El diablo usó el afán para distraer al pueblo de su verdadero propósito.
Veamos qué nos dice la Palabra respecto al afán:
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?" (Mateo 6:31 - RVR1969).
En Mateo 6:25-34 podemos encontrar la enseñanza del Señor Jesús acerca del afán. Y curiosamente empieza diciendo en el verso 25, "por tanto os digo: no os afanéis". Luego en el 31, una vez más nos da la misma orden: no os afanéis. Pero, ¿por qué el enemigo desea verte afanado? Sencillo, porque (1) desea que te distraigas en cosas terrenales, (2) porque le quitamos la potestad a Dios de tener el control de todas las cosas y (3) porque un creyente afanado deja de creerle a Dios.
El principal síntoma de una persona afanada es su falta de intimidad con Dios y, por ende, su fe empieza a menguar. Dice la Palabra que, "por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:20), y es que una persona afanada se conoce a simple vista, porque su rostro lo dice todo y cuando habla, de eso que hay en su corazón habla. Si su fe ha menguado es porque ha dejado de oir Palabra de Dios.
¿Qué sucede cuando me afano y desenfoco mi mirada de las cosas del Reino? (1) Me desconecto de las cosas del Padre y me conecto con mi propia realidad e intento darle solución a mis problemas, (2) no le permito a Jehová Dios tener el control de mi vida, (3) creo tener la solución o respuesta a mis problemas. Entonces, ¿dónde queda "Yo te sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10)? Esa es una buena pregunta... El afán hace que el creyente olvide todas las promesas que Dios le ha hecho en su vida, alejándole de lo que realmente importa: buscar primeramente del Reino de Dios (Mateo 6:33). Es por ello que el afán es un arma de distracción que debemos evitar y desterrar de nuestras vidas.
Si te encuentras afanado, lo mejor que puedes en este día es buscar primeramente del Reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), pues Él sabe de qué cosas tenemos necesidad tú y yo, y antes de que se lo hagamos saber en oración, ya Él conoce todas nuestras necesidades. Basta con buscarle primero a Él para ver solución a tus necesidades y tus problemas. Así lograrás desterrar el afán de tu vida y volverte a lo esencial: conectarte con el Padre.
Dios te guarde y te bendiga poderosamente. LIKE si te ha gustado este mensaje. SHARE para compartir con otros, sé de bendición.
Afán, afán... El arma predilecta del enemigo contra el creyente. ¿Por qué al enemigo le gusta tanto que el creyente se afane? ¿Qué sucede cuando me afano y desenfoco mi mirada de las cosas del Reino de los Cielos? Hoy aprenderemos acerca del afán y cómo este arma del diablo no nos permite alcanzar las bendiciones que ya Dios tiene preparadas para ti y para mí.
Cuando el pueblo de Israel iba a salir de Egipto, Moisés visitó a faraón para decirle que dejara ir al pueblo para celebrarle fiesta a Jehová en el desierto (Éxodo 5:1). ¿Cuál fue la respuesta de faraón ante este pedido? Incrementó la servidumbre del pueblo de Israel para que no fueran a ningún desierto a celebrarle fiesta a Dios (Éxodo 5:9). Con más trabajo de lo normal, el pueblo ya no podía pensar en ninguna cosa excepto en culpar a Moisés y a su hermano, Aarón, de esta desgracia. El diablo usó el afán para distraer al pueblo de su verdadero propósito.
Veamos qué nos dice la Palabra respecto al afán:
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?" (Mateo 6:31 - RVR1969).
En Mateo 6:25-34 podemos encontrar la enseñanza del Señor Jesús acerca del afán. Y curiosamente empieza diciendo en el verso 25, "por tanto os digo: no os afanéis". Luego en el 31, una vez más nos da la misma orden: no os afanéis. Pero, ¿por qué el enemigo desea verte afanado? Sencillo, porque (1) desea que te distraigas en cosas terrenales, (2) porque le quitamos la potestad a Dios de tener el control de todas las cosas y (3) porque un creyente afanado deja de creerle a Dios.
El principal síntoma de una persona afanada es su falta de intimidad con Dios y, por ende, su fe empieza a menguar. Dice la Palabra que, "por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:20), y es que una persona afanada se conoce a simple vista, porque su rostro lo dice todo y cuando habla, de eso que hay en su corazón habla. Si su fe ha menguado es porque ha dejado de oir Palabra de Dios.
¿Qué sucede cuando me afano y desenfoco mi mirada de las cosas del Reino? (1) Me desconecto de las cosas del Padre y me conecto con mi propia realidad e intento darle solución a mis problemas, (2) no le permito a Jehová Dios tener el control de mi vida, (3) creo tener la solución o respuesta a mis problemas. Entonces, ¿dónde queda "Yo te sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10)? Esa es una buena pregunta... El afán hace que el creyente olvide todas las promesas que Dios le ha hecho en su vida, alejándole de lo que realmente importa: buscar primeramente del Reino de Dios (Mateo 6:33). Es por ello que el afán es un arma de distracción que debemos evitar y desterrar de nuestras vidas.
Si te encuentras afanado, lo mejor que puedes en este día es buscar primeramente del Reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), pues Él sabe de qué cosas tenemos necesidad tú y yo, y antes de que se lo hagamos saber en oración, ya Él conoce todas nuestras necesidades. Basta con buscarle primero a Él para ver solución a tus necesidades y tus problemas. Así lograrás desterrar el afán de tu vida y volverte a lo esencial: conectarte con el Padre.
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