¿De dónde viene la tentación?
Muchas veces nos hemos hecho esta pregunta, pero difícilmente podemos responderla porque pensamos que proviene de Dios, y confundimos la tentación con la prueba, y es que ¿acaso las dos son las mismas? A veces pensamos que fueran sinónimos y los utilizamos como iguales. Algo que debe entender el creyente es de dónde proviene cada una y cuál es su objetivo. La tentación proviene del mal, el diablo es el tentador, mas la prueba viene de Dios y su propósito es el crecimiento espiritual de la persona. El propósito de la prueba es fortalecer o preparar al creyente para lo que Dios desea hacer con su vida o ministerio, mientras que el objetivo de la tentación es robar aquello que Dios ha cultivado, hecho o depositado en ti, y ella viene justo cuando descuidamos nuestra intimidad con Dios, es decir que cuando viene la tentación tengo un indicio de que mi intimidad con Dios la he descuidado.
Pero, ¿qué dice la Biblia al respecto?
"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Santiago 1:13-14).
Si hay algo que debe quedarnos claro en este día es que no podemos ser tentados de parte de Dios, porque Él no puede ser tentado por el mal y mucho menos tienta a nadie. Dios siempre desea lo mejor para el hombre, así que partiendo de este hecho no podemos pensar que Dios tienta buscando el mal para nosotros. El resultado de caer ante la tentación siempre viene acompañado de un fuerte arrepentimiento y un gran sentimiento de culpabilidad, pues el enemigo desea que te sientas así, verte derrotado, le duele que tú seas mayor que él. Al tentarte y acceder a lo que el enemigo te ha puesto en "bandeja de plata", pierdes terreno y desaceleras la carrera por alcanzar aquello que el Señor un día te prometió, de la misma forma dejas de recibir las bendiciones que ya para ti habían sido decretadas en el Reino de los cielos. Acceder a la tentación y jugar con ella es igual a pecar y es sabido que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6: 23).
Pero, ¿de dónde proviene la tentación entonces? La respuesta está en el verso 14 de Santiago 1, y la Palabra nos enseña que somos tentados cuando de nuestra propia concupiscencia somos atraídos y seducidos. Y ¿qué es significa nuestra propia concupiscencia? Pues los deseos desordenados, el apetito por los placeres deshonestos. Y éstos, a su vez, tienen su origen en la carne, en el viejo hombre. Es así que la tentación proviene de ti mismo cuando empiezas a acceder a aquello que le gusta a la carne, cuando te sientes atraído por lo que una vez renunciaste para seguir a Cristo. Por ello es que debemos renunciar de verdad a todo aquello que no le agrada a Dios para que no seamos tentados por el diablo, sino que, por el contrario, cuando intente alguna artimaña en tu contra se devuelva porque conoce tu identidad, porque sabe quién eres. El hecho de pensar y dejarse llevar por los placeres de la carne se convierten en puertas que dejamos abiertas de par en par para que el enemigo entre y haga en nosotros lo que él quiera. Es ahí cuando le damos permiso al devorador para hacer lo que quiera.
La lección del día de hoy nos invita a:
(1) Conocer de dónde viene la tentación; y
(2) Reconocer que de parte del Dios en el que hemos creído jamás vendrá la tentación, sino que de Su parte viene la prueba.
Cuando la tentación se presente a tu puerta es tiempo de que analices tu vida espiritual porque lo más probable es que hayas dejado una puerta abierta por donde le diste cabida al enemigo. Para evitar esos ataques, debemos cultivar constantemente una comunión con Dios y orar en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:17) para estar permanentemente fortalecidos y repeler las tentaciones del devorador. Nunca olvides que la misma Palabra de Dios también nos enseña que el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8) y él no va a descansar hasta verte derrotado, mientras que Dios no descansará hasta verte en victoria.
Dios te bendiga tremendamente en este día. LIKE si te ha gustado el mensaje. COMPARTE y sé de bendición para otros. Que tengas un excelente fin de semana.
Muchas veces nos hemos hecho esta pregunta, pero difícilmente podemos responderla porque pensamos que proviene de Dios, y confundimos la tentación con la prueba, y es que ¿acaso las dos son las mismas? A veces pensamos que fueran sinónimos y los utilizamos como iguales. Algo que debe entender el creyente es de dónde proviene cada una y cuál es su objetivo. La tentación proviene del mal, el diablo es el tentador, mas la prueba viene de Dios y su propósito es el crecimiento espiritual de la persona. El propósito de la prueba es fortalecer o preparar al creyente para lo que Dios desea hacer con su vida o ministerio, mientras que el objetivo de la tentación es robar aquello que Dios ha cultivado, hecho o depositado en ti, y ella viene justo cuando descuidamos nuestra intimidad con Dios, es decir que cuando viene la tentación tengo un indicio de que mi intimidad con Dios la he descuidado.
Pero, ¿qué dice la Biblia al respecto?
"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Santiago 1:13-14).
Si hay algo que debe quedarnos claro en este día es que no podemos ser tentados de parte de Dios, porque Él no puede ser tentado por el mal y mucho menos tienta a nadie. Dios siempre desea lo mejor para el hombre, así que partiendo de este hecho no podemos pensar que Dios tienta buscando el mal para nosotros. El resultado de caer ante la tentación siempre viene acompañado de un fuerte arrepentimiento y un gran sentimiento de culpabilidad, pues el enemigo desea que te sientas así, verte derrotado, le duele que tú seas mayor que él. Al tentarte y acceder a lo que el enemigo te ha puesto en "bandeja de plata", pierdes terreno y desaceleras la carrera por alcanzar aquello que el Señor un día te prometió, de la misma forma dejas de recibir las bendiciones que ya para ti habían sido decretadas en el Reino de los cielos. Acceder a la tentación y jugar con ella es igual a pecar y es sabido que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6: 23).
Pero, ¿de dónde proviene la tentación entonces? La respuesta está en el verso 14 de Santiago 1, y la Palabra nos enseña que somos tentados cuando de nuestra propia concupiscencia somos atraídos y seducidos. Y ¿qué es significa nuestra propia concupiscencia? Pues los deseos desordenados, el apetito por los placeres deshonestos. Y éstos, a su vez, tienen su origen en la carne, en el viejo hombre. Es así que la tentación proviene de ti mismo cuando empiezas a acceder a aquello que le gusta a la carne, cuando te sientes atraído por lo que una vez renunciaste para seguir a Cristo. Por ello es que debemos renunciar de verdad a todo aquello que no le agrada a Dios para que no seamos tentados por el diablo, sino que, por el contrario, cuando intente alguna artimaña en tu contra se devuelva porque conoce tu identidad, porque sabe quién eres. El hecho de pensar y dejarse llevar por los placeres de la carne se convierten en puertas que dejamos abiertas de par en par para que el enemigo entre y haga en nosotros lo que él quiera. Es ahí cuando le damos permiso al devorador para hacer lo que quiera.
La lección del día de hoy nos invita a:
(1) Conocer de dónde viene la tentación; y
(2) Reconocer que de parte del Dios en el que hemos creído jamás vendrá la tentación, sino que de Su parte viene la prueba.
Cuando la tentación se presente a tu puerta es tiempo de que analices tu vida espiritual porque lo más probable es que hayas dejado una puerta abierta por donde le diste cabida al enemigo. Para evitar esos ataques, debemos cultivar constantemente una comunión con Dios y orar en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:17) para estar permanentemente fortalecidos y repeler las tentaciones del devorador. Nunca olvides que la misma Palabra de Dios también nos enseña que el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8) y él no va a descansar hasta verte derrotado, mientras que Dios no descansará hasta verte en victoria.
Dios te bendiga tremendamente en este día. LIKE si te ha gustado el mensaje. COMPARTE y sé de bendición para otros. Que tengas un excelente fin de semana.
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